Historia 2
En Europa, las importaciones de HFC están reguladas mediante cuotas y se supervisan en los controles de fronteras, oficinas de aduanas y mediante los cuerpos de seguridad locales.
Las organizaciones criminales sortean esta cadena de suministro, por ejemplo, ofreciendo cilindros no reutilizables en plataformas de e-commerce o utilizando regímenes de tránsito aduanero para ocultar envíos masivos. Según los datos de Kroll, estos productos se venden incluso en las principales plataformas online.
Y pueden hacerlo porque, a menudo, las aduanas no cuentan con los recursos, equipamiento y conocimientos adecuados para verificar la trazabilidad de los HFC o identificar los HFC sin cuota. Una revisión y un control inadecuados pueden provocar que las fronteras sean susceptibles de un comercio ilegal libre.
Estas fronteras sin controles se convierten en el lugar de entrada a Europa de los HFC ilegales, que son adquiridos por operadores legítimos que, sin ser conscientes de ello, los incorporan a negocios legales. Es de este modo que los HFC ilegales acaban en los aires acondicionados de nuestras oficinas y coches, o bien en los sistemas de refrigeración de nuestros supermercados. Y no tenemos forma de saber si nuestros lugares de trabajo, alimentos o transportes están utilizando sistemas de refrigeración con HFC ilegales. Según la agencia de investigación Kroll, uno de los métodos más comunes son los desvíos en los transbordos. En otras palabras, los cilindros ilegales de HFC son declarados en tránsito a través de la UE hacia otros destinos, pero en su lugar se introducen en el mercado europeo.
Así, los HFC ilegales pasan a formar parte rápidamente de la cadena de suministro lícita y una vez entran en dicha cadena es extremadamente difícil identificar y verificar cuáles son legales y cuáles no.
Detectar cuáles proceden de fuentes desconocidas y cuáles no es igualmente difícil para los operadores. Algunas indicaciones clave son los cilindros no recargables y el precio, dado que los HFC sin cuota acostumbran a ser más baratos.
Es fácil decir sí a un trato bueno y rápido. Pero a menudo cuando decimos sí podemos estar diciendo sí también al crimen organizado y esto es peligroso para todos.